STA. CRUZ: Bomberos asistieron dos rescates vehiculares por escarcha en El Calafate y Puerto Deseado

Las bajas temperaturas que azotan a la provincia volvieron a evidenciar los riesgos del invierno patagónico. En apenas 24 horas, los bomberos intervinieron en dos situaciones de riesgo provocadas por la escarcha en El Calafate y Puerto Deseado. (laopinionaustral.com.ar)

Este lunes, cuando el reloj marcaba las primeras horas del día y el termómetro seguía en números negativos, el personal del Departamento Zona IV de Bomberos de la Policía de Santa Cruz, a través de su División Cuartel 8va de El Calafate, debió intervenir en un operativo preventivo que evitó mayores complicaciones. El llamado de auxilio llegó desde la intersección de Pedro Ojeda y Calle 706, donde un vehículo Chevrolet Meriva de color gris quedó atascado tras deslizarse sobre una capa de escarcha que cubría el pavimento.

A través de fuentes policiales consultadas, se pudo saber que dos efectivos a bordo de una autobomba del mencionado cuartel acudieron al lugar y, utilizando una eslinga, lograron remolcar el rodado sin mayores inconvenientes. El conductor no sufrió lesiones, y tras maniobras cuidadosas, el operativo concluyó sin novedades, aunque con la ya reiterada advertencia que cada invierno se hace costumbre: manejar con extrema precaución.

En Deseado

La jornada anterior, el domingo 29, una situación similar tuvo lugar en la localidad de Puerto Deseado. Allí, la División Cuartel 22° prestó asistencia a un Renault Megane que perdió el control por la acumulación de hielo sobre la cinta asfáltica, en la zona de calle Maestro Lezcano. El vehículo terminó varado en la banquina, sin poder recuperar tracción. Nuevamente, el trabajo coordinado del personal bomberil permitió remolcar el auto con una linga, logrando que regresara a terreno firme sin daños ni lesiones.

Estos dos episodios, aunque resueltos con eficacia y sin consecuencias graves, dejan en evidencia los desafíos que impone el clima austral durante los meses más crudos del año. La escarcha, el hielo negro —imperceptible pero traicionero— y las heladas intensas se convierten en trampas silenciosas que ponen a prueba no solo a los conductores, sino también a los equipos de emergencia, quienes deben redoblar esfuerzos en condiciones adversas.