Lautaro Ortigoza tuvo una extensa y emotiva declaración en la que comprometió a ambos imputados

La victima del violento episodio que se juzga como “tentativa de homicidio” en el predio del frigorífico CAP, tuvo una extensa declaración en la que brindó datos de una vida difícil, un entramado juvenil de confusas relaciones redes sociales mediante y hasta debió exponer el tenor de encuentro íntimos con uno de los imputados, el cual sería el móvil del brutal ataque.
Lautaro Ortigoza tuvo una extensa declaración que comenzó complejizada en razón del obvio pudor de hacer públicas sus preferencias sexuales, matizado ello con una trama juvenil muy confusa respecto del manejo de cuentas en redes sociales que motivaron conflictos de todo tipo hasta estallar todo en el brutal ataque.
El joven de 20 años refirió haber mantenido una relación de amistad con la imputada Mía Villanueva y ser primo del imputado Blanco, con quien finalmente reconoció haber mantenido relaciones íntimas.
Indicó que intercambiaban sus cuentas de Instagram con la imputada Villanueva y que ella accedió a sus chats, donde descubrió esta relación que inició el escándalo. La imputada Villanueva expuso esa situación lo que generó un revuelo familiar, tras lo cual el testigo/víctima no volvió a mantener contacto con ninguno de los dos imputados.
Allí refirió que empezó a enterarse de distintas emboscadas que Mía Villanueva llevó adelante en la escuela para agredirlo, así como mensajes amenazantes que recibía de un usuario anónimo pero que adjudicó a la misma imputada.
Finalmente refirió que el día del ataque recibió la citación a hablar en el predio de CAP por parte de un chico de 15 años con el que se mensajeaba en tono “romántico” –el cual fue declarado inimputable en la causa y que declarará este jueves- pero que desconfió del tenor de sus palabras y envió mensajes a dos amigos sobre su ubicación, lo que a la postre le salvó la vida.
Allí refirió que al llegar al predio se encontró a su primo con el cual ni se saludaron y solo cruzó palabras triviales, y que este empezó a seguirle por el predio mientras escuchaba “pasos de otra persona que acechaba” aunque aseguró “nunca la ví”.
En un momento se detuvo para mensajear de su celular al joven que la había citado, y allí recibió el primer golpe de parte del imputado Dylan Blanco. Aseguró que “lo miraba a la cara” mientras lo golpeada y atacaba con un elemento que no pudo precisar, a la vez que observaba flashes de luz que dijo “parecía como que sacaban fotos”.
Allí refirió escuchar la “inconfundible voz” de la imputada Mía Villanueva dando indicaciones, aunque nunca la vió. Ello lo dijo luego de que le fuera leída su declaración en la instrucción de la causa, dado que en el momento del juicio no lo recordó.
Luego aseguró que despertó dos semanas después en el hospital y que milagrosamente al día de hoy no tiene secuelas o impedimentos físicos producto de este ataque, más allá de cicatrices permanentes en rostro, cabeza y cuello.
Finalmente solo pidió “quiero que cumplan la condena justa” y refirió no estar interesado en cual fue la causa real de semejante ataque.

