NEUQUEN: Doble crimen de Huincul: “Maté por mi familia”

Lo dijo Jesús Candia, acusado de ejecutar a Pablo Soto y a Arturo Sánchez. Hoy se conocerá el fallo.(lmneuquen)    “Lo único que recuerdo es que miré hacia la casa de mi madre, iba llorando, nunca pensé en cometer una locura así”, fueron las primeras palabras que Jesús Candia, de delgada contextura física y mirada perdida, pronunció con voz firme ante los jueces y familiares de las víctimas a quienes está acusado de asesinar a sangre fría.   Tan sólo 30 segundos se demoró en ejecutar a Pablo Soto y Arturo Sánchez la tarde del 13 de mayo, con una escopeta táctica 12.70.   José Prono, a quien también le disparó en la vivienda del barrio Centenario y creyó muerto, se convirtió luego en el único testigo presencial y sobreviviente de aquella cacería. “Lo mío era vivir dignamente como cualquier persona, reconozco que no fue la forma adecuada de hacer esto, pero me sentí muy aprisionado, no lo pude dominar mental ni físicamente”, declaró ayer Candia, en la audiencia de alegatos de cierre. En cuanto al incidente de la bomba molotov que cayó en su casa -vinculado al robo de una soldadora-, el acusado indicó: “Fue algo que me shockeó, sentía un temor muy profundo, día y noche”. “Nadie es digno de sacarle la vida a nadie, pero cuando se trata de un hijo creo que hay que ponerse en el lugar de uno”, se excusó. “Aún no entiendo por qué lo hice. Sé que el motivo fue mi familia, pero no pensé llegar a tanto, fue un momento de locura”, sintetizó Candia sobre aquel día, en el que incluso recorrió la casa donde estaban las víctimas para comprobar que no quedaba nadie. Por su parte, el defensor Ricardo Mendaña alegó que previo a agarrar el arma de fuego, su defendido habló con personal del hospital, con la Defensoría de los Derechos del Niño y con la Justicia penal para buscar una solución. “Lo que ocurrió el día que le tiraron una molotov a su casa y provocaron un incendio es una situación límite, y eso provoca pánico, y el pánico es incontrolable”, argumentó el defensor sobre el episodio, ocurrido meses antes. “Esa es la fuente de esta situación de estrés postraumática”, explicó Mendaña, y solicitó la absolución de Candia. El fiscal Santiago Terán, firme en su acusación, recordó una frase del acusado: “Maté a tres, me faltan cinco”. Al respecto, el fiscal manifestó que Candia iba a seguir matando, que los psicólogos concluyeron que entendía las consecuencias de sus actos y cerró solicitando que lo declaren culpable. Los hermanos de Pablo Soto, una de las víctimas, reclaman justicia   “Usted, que le ha quitado la vida a nuestro hermano Pablo Soto con tanta maldad”, comienza la carta dirigida a Candia, y la oración se completa con la pregunta que aún sigue latente para los familiares: “¿Por qué lo hizo?”. Previo a que el acusado declarara, ellos encuentran una explicación en la envidia y la obsesión por la vida de soltero que llevaba Pablo. “Se comprobó que su insomnio y alcoholismo crónico lo tiene del 2012, por problemas familiares. Pablo fue su víctima. Planeó la masacre y salió a cazarlo. Destruyó a nuestra familia, 17 días después falleció nuestro padre por un ACV”, concluye la carta.

Lo dijo Jesús Candia, acusado de ejecutar a Pablo Soto y a Arturo Sánchez. Hoy se conocerá el fallo.(lmneuquen)
 
 “Lo único que recuerdo es que miré hacia la casa de mi madre, iba llorando, nunca pensé en cometer una locura así”, fueron las primeras palabras que Jesús Candia, de delgada contextura física y mirada perdida, pronunció con voz firme ante los jueces y familiares de las víctimas a quienes está acusado de asesinar a sangre fría.
 
Tan sólo 30 segundos se demoró en ejecutar a Pablo Soto y Arturo Sánchez la tarde del 13 de mayo, con una escopeta táctica 12.70.
 

José Prono, a quien también le disparó en la vivienda del barrio Centenario y creyó muerto, se convirtió luego en el único testigo presencial y sobreviviente de aquella cacería.
“Lo mío era vivir dignamente como cualquier persona, reconozco que no fue la forma adecuada de hacer esto, pero me sentí muy aprisionado, no lo pude dominar mental ni físicamente”, declaró ayer Candia, en la audiencia de alegatos de cierre.
En cuanto al incidente de la bomba molotov que cayó en su casa -vinculado al robo de una soldadora-, el acusado indicó: “Fue algo que me shockeó, sentía un temor muy profundo, día y noche”.
“Nadie es digno de sacarle la vida a nadie, pero cuando se trata de un hijo creo que hay que ponerse en el lugar de uno”, se excusó.
“Aún no entiendo por qué lo hice. Sé que el motivo fue mi familia, pero no pensé llegar a tanto, fue un momento de locura”, sintetizó Candia sobre aquel día, en el que incluso recorrió la casa donde estaban las víctimas para comprobar que no quedaba nadie.
Por su parte, el defensor Ricardo Mendaña alegó que previo a agarrar el arma de fuego, su defendido habló con personal del hospital, con la Defensoría de los Derechos del Niño y con la Justicia penal para buscar una solución.
“Lo que ocurrió el día que le tiraron una molotov a su casa y provocaron un incendio es una situación límite, y eso provoca pánico, y el pánico es incontrolable”, argumentó el defensor sobre el episodio, ocurrido meses antes.
“Esa es la fuente de esta situación de estrés postraumática”, explicó Mendaña, y solicitó la absolución de Candia.
El fiscal Santiago Terán, firme en su acusación, recordó una frase del acusado: “Maté a tres, me faltan cinco”.
Al respecto, el fiscal manifestó que Candia iba a seguir matando, que los psicólogos concluyeron que entendía las consecuencias de sus actos y cerró solicitando que lo declaren culpable.
Los hermanos de Pablo Soto, una de las víctimas, reclaman justicia
 
“Usted, que le ha quitado la vida a nuestro hermano Pablo Soto con tanta maldad”, comienza la carta dirigida a Candia, y la oración se completa con la pregunta que aún sigue latente para los familiares: “¿Por qué lo hizo?”. Previo a que el acusado declarara, ellos encuentran una explicación en la envidia y la obsesión por la vida de soltero que llevaba Pablo. “Se comprobó que su insomnio y alcoholismo crónico lo tiene del 2012, por problemas familiares. Pablo fue su víctima. Planeó la masacre y salió a cazarlo. Destruyó a nuestra familia, 17 días después falleció nuestro padre por un ACV”, concluye la carta.