La campaña “Ni Una Menos” reunió a miles de fueguinos en las tres ciudades

Río Grande, Ushuaia y Tolhuin tuvieron populosas manifestaciones en sus principales centros cívicos, en una convocatoria que gozó de espontaneidad, y que clamó “justicia” para los casos de violencia de género. Los reclamos tuvieron el recuerdo del caso de la joven Marianela Rago, recordándose asimismo las pequeñas Nicole Ojeda, Agustina Varela, y la aún desaparecida Sofía Herrera.

La plaza Almirante Brown en Río Grande y los centros cívicos de Ushuaia y de Tolhuin vieron la concentración de miles de fueguinos, a pesar del frío, reclamando contra la violencia de género en una manifestación popular que se buscó preservar de símbolos partidarios y sindicales, a pesar de intentos oportunistas de muchos.
 
La movilización contó con un factor de espontaneidad popular muy pocas veces visto en las movilización que suelen tener sustento en estructuras partidarias y sindicales, que en esta oportunidad no parecieron ser los factores que aportaron la presencia de miles de mujeres, hombres y gran cantidad de niños.
 
Los reclamos contra la violencia de género encontraron un pedido de muchas mujeres de “justicia”, a partir del tratamiento que reciben de parte del Poder Judicial y las autoridades de seguridad en relación a este tipo de casos.
 
Finalmente en cuanto al acto en Río Grande, una de las organizadoras del evento, la periodista Lorena Uribe, dio lectura a un texto anónimo que trascendió por las redes sociales y que hace alusión a los casos mas paradigmáticos a nivel nacional de la violencia de género:
 
“Yo estoy. Estoy porque sigo viva, pero me morí ya mil veces. Y mil veces intenté despertar soñando que había soñado”.
“Morí con ‪Candela, que a los 11 años se convirtió en cenizas, y comprendió, a los porrazos, que lo del Ave Fénix es un cuento que no le responde a las pobres, a las indefensas, a las nadie. Morí con ‪‎Ángeles, que aún no descansa de su última clase de educación física, y le quedaron pendientes las fiestas de quince, por convertirse a la fuerza, en basura”.
“Acuné a ‪‎Martina la noche en que su madre ‪Paola perecía en una alcantarilla, y el asesino se fue silbando bajito, como quien se deshace de un montón de mierda. Morí ese día. Morí mil días. Conocí el fondo del Riachuelo, asfixiada en la misma bolsa en la que estaba ‎Melina que, por pobre y puta, mereció su destino”.
“Se me estruja el pecho con toda la tierra que me tiró encima el novio de Catherine, y también el de ‪‎Chiara. Siento que en mi vientre se muere su hijo, que también es el hijo de una sociedad indiferente, que ampara a los hijos de puta. La pesadilla es eterna, y en las imágenes aparece ‪Lola, a quien le entumecieron las alas, antes de que pudiera aprender a volar”.
“Morí también con ‪‎Andrea, que, con el derecho de las putas, volvió a enamorarse, y dejó su cuerpo en algún cerro de las sierras. Las llamo para encenderlas, las nombro para que no terminen de irse”.
“Pero la memoria es un bicho que nos pica a pocos. Los hipócritas prefieren quedarse ahí, justificando lo injustificable, caminando con los pasos mudos, esquivando la mirada de los que cuestionan. Por eso estoy. Para extender el ‪#‎NuncaMás con el que se nos llena la boca y se nos calma la vida. Porque estoy cansada de alimentar la crónica roja con mi sangre pisoteada, que muere y vuelve a morir. Porque me harté del escupitajo ajeno; del dedo que señala; del tipo que -por tipo- es incapaz de respetar a la madre, a la abuela, a la hermana, a la esposa, a la hija, que les grita y los ensordece, pero no registran. Me harté del puño cerrado que siento en mi cara cuando me muero con ellas. Porque cada vez que una se va, el útero se me esconde y se me hace chiquito en algún lugar de las entrañas. E imagino que yo los parí y me avergüenza que hayan crecido dentro mío, que soy mujer, que hoy soy todas. Por eso. ‪#‎NIUNAMENOS”, concluyó el discurso.